Una vez fui princesa..

Las bodas no me gustaban, no se cual era la razón, pero me aburrían un poco, pero poco a poco fue cambiando mi idea, y trate de cada vez que iba a una boda, disfrazarme, es decir, no bastaba con comprar un vestido bonito y ya está, lo que hago es primero imaginar los colores, no me gusta ir de negro o de un color sólo, me gusta mezclar, rojo y naranja, fucsia y verde, marrón y dorado,..elegidos los colores, empieza la tarea de búsqueda, me encanta que sea barato o no muy caro, me encanta decir en lugar de, es de "Carolina Herrera" por ejemplo, decir me lo compre en una tienda que encontre en una calle pequeña, cuando ya lo he encontrado, sigo con los complementos, para lo que vuelvo loca a mi madre, y así hasta que acabo yo de arreglarme y los demás con la paciencia en su límite más alto.

Pero hubo una vez, en la que la princesa era yo, y ya no tenía que elegir que colores mezclar, porque sólo jugaba con uno, que era el blanco, podía ser sucio o no, pero sólo era uno..le engañe un poco, porque los zapatos eran dorados, para que si tenía que salir corriendo, no se me rompieran, el cristal es muy frágil..y como no era reina y por eso no podía llevar corona, me puse un pañuelo en la cabeza..




Mi principe, me puso un anillo en el dedo de color amarillo y me dijo al oído que me queria mucho,...ahora lo veo todas las mañanas cuando me despierto...ya no me pone ningún anillo, pero me hace los desayunos más ricos del mundo.